La advertencia se lanzó hace exactamente un año: el sector de la madera gallego temía por tres mil empleos si no se tomaban medidas a lo largo de 2009. Poco o nada se hizo, como en las tres décadas anteriores, y tristemente, se cumplió el negro pronóstico: el año pasado se esfumaron 3.300 puestos de trabajo, mientras rebajaba en 640 millones la facturación de las empresas de esta cadena productiva, la tercera más importante de Galicia.
La crisis cabalga con fuerza en una actividad que necesita con urgencia que salga del Parlamento una Ley de Montes que garantice la explotación forestal sostenible, y el aprovisionamiento de materia prima de calidad a precio competitivo, y a poder ser, certificada. Europa será deficitaria en 200 millones de metros cúbicos de madera, y Galicia podría ser su gran reserva forestal. También se precisan apoyos para superar la atomización de la gran mayoría de sus empresas transformadoras.
Si el mensaje de hace ahora doce meses era un SOS, ahora el discurso se torna dramático. Sin embargo, en la presentación de resultados de ayer, celebrada en la sede del CIEF de Caixa Galicia de Compostela, había cuatro personas dispuestas a plantar batalla por el futuro del sector: el presidente de la Federación de Aserradores y Rematantes de Galicia (Fearmaga), Elier Ojea; la gerente del Clúster da Madeira, Belén Varela; el director de Monte Industria, Juan Picos; y Vicente Gómez, representante de la Federación de Carpintería y Ebanistería de Galicia (Feceg).
Picos fue gráfico: "Ahora mismo vamos en un barco inmerso en un vendaval, y nuestro riesgo de naufragar es gravísimo; y aunque pase el temporal, el caso del navío está dañado". Un cuarto de siglo de parálisis en la Administración, pese a tener Galicia transferidas las competencias forestales, perpetuaron los problemas estructurales.
El gráfico da muestra del nefasto 2009 para la madera gallega, que vio como en conjunto su facturación se despeñaba un 28%, hasta los 1.619 millones. De mantener 26.000 empleos, se cayó a 22.700 puestos de trabajo.
A nivel de cortas, se cayó de casi ocho a 6,15 millones de metros cúbicos (-22%), el nivel más bajo desde 2004. Algunas factorías tuvieron que parar máquinas por falta de materia prima, aunque se limitó traerla del exterior, pues estas importaciones podrían ser el "principio del fin del sector". La caída en las cortas despeñó un 34% las ventas de los rematantes; en el aserrado, del 42% en actividad y -31% en negocio. Los fabricantes de tablero y chapa también facturaron un 35% menos. En pasta de papel, Ence produjo un 3% más, pero por el bajo precio de la celulosa, ingresó un 20% menos.
Carpinteros y mueble tampoco se salvaron de la quema, y su negocio bajó un 22% anual, a 535 millones. Belén Rey detalló un cóctel de impagos, restricción de crédito y baja confianza del consumidor que vapulearon a la segunda transformación. La alta dependencia de una construcción y la competencia desleal de empresas en concurso de acreedores echaron más sal a esta herida. La receta del Clúster pasa por crecer en dimensión, buscar nichos de mercado e internacionalizarse para las empresas. Fearmaga demanda una Ley de Montes que supere el minifundismo y "sea un traje a medida para el sector, que le dure 25 o 30 años", pidió Ojea. "Menos tojos, y más árboles, sentenció".
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